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Ensaios-->Os ataques de Chávez à evangelização -- 06/08/2007 - 09:31 (Félix Maier) Siga o Autor Destaque este autor Envie Outros Textos
OS ATAQUES DE CHÁVEZ À EVANGELIZAÇÃO

Alejandro Peña Esclusa

www.fuerzasolidaria.org

Desde que apareció en la escena política, Chávez ha mantenido que en América no hubo Descubrimiento, ni Evangelización, sino un genocidio contra los aborígenes. En el año 2002, Chávez firmó un decreto en el cual Venezuela reniega del “Día de la Raza” y oficialmente adopta el 12 de octubre como “Día de la Resistencia Indígena”

Este planteamiento es idéntico al del Fidel Castro y demás miembros del Foro de Sao Paulo, quienes en 1992 organizaron un programa alternativo a la celebración del V Centenario del Descubrimiento de América, llamando a “impugnar la celebración oficial de esa fecha, y exaltar la resistencia indígena, negra y popular, como parte del gran esfuerzo liberador”.

En los últimos meses, Chávez ha intensificado sus ataques, de los cuales no se salvó ni el Papa Benedicto XVI, a quien Chávez exigió “disculparse” por haber “negado el holocausto aborigen”.

Chávez y sus aliados propagan calumnias contra la Iglesia y la Evangelización, en primer lugar, porque pretenden arrancar la fe católica de los pueblos iberoamericanos, y sustituirla por una cultura materialista y atea, cónsona con el modelo castro-comunista. En segundo lugar, para promover la lucha de clases marxista que, según ellos, comienza en América con el enfrentamiento entre indios oprimidos y conquistadores opresores. Y en tercer lugar, para justificar la creación de un movimiento indigenista, al estilo de Evo Morales y Rigoberta Menchú, que sirva para destruir las instituciones tradicionales y abolir el Estado nacional; creando en su lugar una Indo América controlada por el Foro de Sao Paulo.



Orígenes de la Leyenda Negra
En el siglo XVI, España era la primera potencia del mundo y, como tal, contaba con numerosos adversarios –entre ellos Inglaterra y Holanda– que deseaban acabar con su supremacía. Además, la Reforma protestante –contraria a la Iglesia Católica– estaba en plena efervescencia en toda Europa, más no en España, lo cual le generaba aún más enemistades.

Dada la clara identificación que en ese entonces existía entre España, la Iglesia Católica y la gesta evangelizadora en América, sus enemigos comenzaron a atacar a las tres, difundiendo una versión tergiversada de su historia, conocida posteriormente como la “leyenda negra”.

Para lograr sus fines, los propulsores de la leyenda negra utilizaron, entre otros, los textos de Guillermo de Orange (1533-1584), desterrado por el rey Felipe II por traidor; Antonio Pérez (1540-1611), ex Secretario de Estado de Felipe II, quién huyó a Francia luego de cometer hechos delictivos; y, muy especialmente, Fray Bartolomé de las Casas (1484-1566), quien quiso defender a los indios exagerando las actuaciones de los españoles en su contra.

Las obras de Orange, Pérez y de las Casas fueron impresas reiteradamente y difundidas por toda Europa. Entre finales del siglo XVI y mediados del XVIII se hicieron no menos de treinta y cinco ediciones de la obra de Fray Bartolomé (Brevísima relación de la destrucción de las Indias) en idiomas extranjeros: catorce en holandés, seis en inglés, seis en francés, tres en italiano, dos en alemán y hasta dos en latín.

Con el transcurrir del tiempo y la repetición incesante de la propagada, las falsedades y exageraciones contra España se convirtieron en una matriz de opinión sólida e incuestionable.



Propagación masiva de la leyenda negra

Tres acontecimientos históricos sirvieron para incrementar y difundir aún más la leyenda negra; en orden cronológico: La Ilustración, la Independencia de América y el advenimiento del comunismo.

La Ilustración es una corriente filosófica de finales del siglo XVIII, que niega radicalmente la existencia de Dios y la condición trascendente del hombre. Los filósofos de la Ilustración, entre quienes se encuentran Rousseau, Voltaire y Montesquieu, no sólo rompieron con los esquemas basados en el derecho divino, como la monarquía, sino también con el cristianismo, al punto que Voltaire firmaba sus cartas con la coletilla “écrasez l´infâme” (o sea, aplastad a la infame), refiriéndose a la Iglesia Católica.

La teoría del “buen salvaje” de Rousseau es congruente con la leyenda negra. Por su parte, Voltaire aseguraba que el rey Felipe II de España era mucho peor que el perverso emperador romano Tiberio. Y Montesquieu escribió constantemente contra España y sobre sus supuestos crímenes en América, como puede constatarse en sus Cartas Persas.

La Independencia era un imperativo histórico, no solamente porque las naciones iberoamericanas habían alcanzado la suficiente madurez para gobernarse a sí mismas, sino porque la España de 1810 era una nación en decadencia e invadida por Francia. Pero los próceres no se limitaron a romper los lazos políticos con España, como correspondía, sino también con los valores hispánicos, particularmente la filosofía cristiana, aunque no se rompió con la religión.

El vacío generado por esa ruptura fue llenado por la filosofía de moda: la Ilustración. No en vano se consideraba a Simón Rodríguez, maestro de Bolívar, una especie de Rousseau venezolano.

Los próceres recurrían constantemente a conceptos tomados de la leyenda negra para justificar su gesta heroica. El propio Bolívar se refirió a los escritos de Bartolomé de las Casas para denunciar los “tres siglos de barbaridades que los españoles cometieron en el gran hemisferio americano... los actos más horrorosos de un frenesí sanguinario”.

Desde sus inicios, el comunismo consideró a la Iglesia Católica como el principal obstáculo para imponer su modelo materialista y ateo. Carlos Marx sostenía que la negación de Dios era indispensable para la construcción de un verdadero humanismo. Por eso, el comunismo internacional, además de atacar por todos los medios a la Iglesia, incluso persiguiendo y asesinando a sus fieles, convalidó plenamente la interpretación histórica contenida en la leyenda negra y se dedicó a propagarla.

Un sector radical de la llamada teología de la liberación, condenada por el Vaticano y vinculada estrechamente al marxismo (Frei Betto, Leonardo Boff, Gustavo Gutiérrez, etcétera), tiene dentro de sus principales basamentos el supuesto holocausto cometido por la Iglesia y los españoles durante la Conquista. Estos teólogos intentan destruir la Iglesia desde dentro, utilizando como herramienta las mentiras y exageraciones difundidas por los enemigos del catolicismo.

Como puede verse, Chávez y sus aliados del Foro de Sao Paulo no tuvieron que inventar nada, simplemente tomaron los postulados básicos de la leyenda negra y los hicieron suyos.



La realidad histórica
No cabe duda que durante la Conquista se cometieron crímenes abominables, y que entre los españoles había hombres ambiciosos y asesinos, que abusaron cruelmente de los indígenas y se aprovecharon de ellos para enriquecerse. Negarlo sería incurrir en el extremo contrario de la leyenda negra, es decir, la “leyenda dorada”. Sin embargo, se trató de crímenes individuales y no de una política de Estado.

Las órdenes impartidas a los conquistadores por la reina Isabel la Católica y demás monarcas españoles fueron explícitas en cuanto a defender la vida y la dignidad de los aborígenes, considerándolos seres humanos igual a los españoles e insistiendo en su educación y conversión; lo cual quedó refrendado en las Leyes de Indias.

En el Archivo Digital de la Legislación en el Perú puede leerse una Recopilación de estas Leyes; y el capítulo que regula el trato a los Indios ordena textualmente lo siguiente: “Es nuestra voluntad encargar a los Virreyes, Presidentes y Audiencias el cuidado de mirar por ellos (los indios), y dar las órdenes convenientes para que sean amparados, favorecidos y sobrellevados, por lo que deseamos que se remedien los daños que padecen, y vivan sin molestia, ni vejación, quedando esto de una vez asentado, y teniendo muy presentes las leyes de esta Recopilación, que les favorecen, amparan y defienden de cualquier agravio, y que las guarden y hagan guardar muy puntualmente, castigando con particular y rigurosa demostración a los transgresores”.

Una de las pruebas más claras y contundentes contra el supuesto genocidio es el mestizaje. De haberse asesinado a los indios, simplemente habrían desaparecido y no existirían hoy en día, ni en su expresión más pura, como predominan en Bolivia, Ecuador, México y Perú; ni en su versión mestiza.

Según la leyenda negra, los mestizos son producto de las violaciones que los españoles perpetraron contra las indias. Sin embargo, los documentos históricos demuestran que el mestizaje fue una política consciente y deliberada de la Corona española.

En la Recopilación arriba citada se lee: “Es Nuestra voluntad, que los Indios e Indias tengan, como deben, entera libertad para casarse con quien quisieren, así con Indios, como con naturales de estos nuestros Reinos, o Españoles nacidos en las Indias, y que en esto no se les ponga impedimento. Y mandamos que ninguna orden nuestra que se hubiere dado, pueda impedir el matrimonio entre los Indios e Indias con Españoles o Españolas y que todos tengan entera libertad de casarse con quien quisieran”.

Otra de las pruebas irrefutables de la obra civilizadora son las construcciones de España en América: caminos, puentes, canales, ciudades, catedrales, museos, hospitales y, sobre todo, universidades.

En un discurso pronunciado el 12 de octubre de 1984 ante los Obispos del Consejo Episcopal Latino Americano (CELAM), el Papa Juan Pablo II explicó: “Los misioneros formaban pueblos, construían casas e iglesias, llevaban el agua, enseñaban a cultivar la tierra, introducían nuevos cultivos, distribuían animales y herramientas de trabajo, abrían hospitales, difundían la artes, como la escultura, pintura, orfebrería, enseñaban nuevos oficios, etc. De esos esfuerzos de elevación humana quedan páginas abundantes en las crónicas... los pueblos-hospitales del obispo Vasco de Quiroga, las reducciones o colonias misioneras de los franciscanos, las extraordinarias reducciones de los jesuitas en el Paraguay, y tantas tras obras de caridad y misericordia, de instrucción y cultura”.

En su ponencia, Juan Pablo II añadió: “Los evangelizadores hubieron de inventar métodos de catequesis que no existían... para superar las barreras de las lenguas. Sobre todo hubo que preparar catecismos ilustrados que explicaran la fe, componer gramáticas y vocabularios, usar los recursos de la palabra y del testimonio, de las artes, danzas y música, de las representaciones teatrales y escenificaciones de la pasión. En ese campo destacaron figuras de buenos pedagogos como Fray Pedro de Gante y otros”.

Frente al ataque del Foro de Sao Paulo a nuestras raíces hispánicas, con la intención de sustituirlas por una cultura comunista, resulta imperativo investigar nuestra verdadera historia, y no juzgar nuestros orígenes según la leyenda negra.



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