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Contos-->Gran Mar Interior -- 08/02/2020 - 02:03 (Morgana Nascimento) Siga o Autor Destaque este autor Envie Outros Textos

Estaba embebida como una turista, esperando en el hotel el transporte que la llevaría al terminal hidrovial, y así iniciaría el paseo a las Islas de la Bahía de Todos los Santos. Como compañía, llevaba su máscara de buceo.

Finalmente llegó al barco, que sin tardanza fue desamarrado. En la embarcación, ninguna sorpresa, a no ser el ambiente festivo e interactivo de los tripulantes, la atmósfera cosmopolita de los turistas.

Mirando firmemente el mar, donde encontraría, con mucha suerte, el delfín de la bahía. Observaba las olas que el motor del barco hacía en el agua, completamente ajena a todo lo que ocurría a su alrededor.

El capitán del barco se acercó, un negro serio vestido todo de blanco, y le dio inicio a la conversación:

- ¿Desea algo, uma bebida o algo de comer?

- Sí, me gustaría saber ¿para qué lado queda la Isla del Miedo?

- Cuando estemos cerca de la Isla de los Frailes, pasaremos frente a ella.

- ¿Podría usted avisarme?

- ¡Claro! ¿Pero cuál es su interés por esta isla? Tenemos cincuenta y cinco otras islas en la bahía, ¡y mucho más atractivas!

- ¿Usted ya ha ido?

- No suelo mezclar mis energías con lugares de historias profundas.

- ¿Entonces me confirma que es una isla misteriosa?

-Todo lo que sé, puede ser un rumor, pero dicen que era una colonia de leprosos y enfermos, debía ser terrible vivir allá porque no hay agua dulce para beber. Dicen también que por allá vaga el alma de un padre que falleció en un naufragio cerca de la isla, y que hay una enorme cantidad de gatos salvajes. Cuando pasemos por allá podrá usted observar, es una isla aislada, entre la isla de Itaparica y la Isla de los Frailes.

- ¿Yo podría llegar hasta allá?

- ¡Infelizmente no! Es una reserva ambiental y el turismo está prohibido.

- ¡Qué pena!

- Yo no diría eso, señora.

- ¿Quiere que le saque una foto aquí en el barco?

- Estoy bien, capitán. Muchas gracias.

- ¡Mire, allá está la Isla del Miedo!

Era muy pequeña y de vegetación muy cerrada, realmente aislada, difícilmente alguien podría salir de ella nadando, no se trataba exactamente de la distancia entre la Isla del Miedo y otras islas cercanas, sino de las circunstancias en las que eran llevadas las personas allá, una colonia de leprosos.

En la Isla de los Frailes atracamos en un muelle deslumbrante. En el camino había una pequeña casa de vidrio, que recordaba mucho un invernadero, donde el pasaje era obligatorio para poder entrar en la isla.

Después de que estuviera liberada la entrada a la Isla de los Frailes, un otro camino, esta vez de piedras, a cada tres o cuatro pasos pequeños pilares cuadrados adornados de figuras marinas hechas de pequeñas conchas (peces, caballos de mar).

Al pisar la arena de la playa, escuchamos una trompeta que tocaba para nosotros, y en el lugar desde el cual la mujer tocaba, había también una pequeña tienda que alquilaba máscaras de buceo, aletas y stand up.

  • Aquí el buen buceo está garantizado, ¿está viendo aquel flotador?

- Sí

- Es el mejor lugar.

- Pero no se vaya muy lejos que la marea está alta.

- Gracias por el consejo.

Ya en el mar, se quedó flotando tal planta marina, observando los peces que por allí pasaban, al momento en que salió finalmente de su transe contemplativo y levantó la cabeza, miró a su alrededor, encontrando apenas el mar y nada más, y notó que se encontraba a la deriva.

- ¿Cómo?

¡Realmente pensó que había sido llevada por alguna corriente marina! Decidió volver a flotar, al final, era su única opción, una estrategia, que le ahorraría energía, fundamental en ese momento, pero ahora flotaría de espaldas para descansar la respiración, ya que no sabía cuándo tiempo se quedaría en el mar.

El tiempo pasó lentamente y el sol ya empezaba a arder en su rostro, y el miedo empezó a penetrar sus pensamientos. Se quedó flotando por bastante tiempo, estaba cansada y confundida cuando vio a lo lejos una punta negra que pensó ser una piedra, seguramente le salvaría la vida.

Cuando abrazó la piedra de apariencia negra sintió las manos en una especie de piel lisa y fría. La piedra dio un salto y en un vuelo descendiente hacia el fondo del mar, sumergió velozmente con ella como pasajera, aguantando la respiración. Ya debajo del agua, no lo pudo creer: era el delfín de la Baía que la estaba llevando.

Para más lejos, para más cerca, estaba entregada al destino, el animal no parecía incomodarse con el improbable equipaje y continuó aferrada a él, y para no hacer mucho peso hacía su parte, sacudía las piernas desordenadamente.

El cansancio se estaba adueñando de ella y por algunos instantes se desmayó, agarrada a la piedra imaginaria. Poco tiempo después sintió sus piernas rozando un banco de arena.

Al despertar del improbable viaje vio, no muy lejos, la arena de la playa, pero todo estaba muy extraño.

- ¿Mangle? ¿Manglares? Es una vegetación muy cerrada en el poco espacio que hay entre la playa y la selva. ¡Qué importaba si me encontraba en tierra!

Mirando hacia el horizonte vio  a lo lejos la casa de vidrio de la Isla de los Frailes, y si allí era la Isla de los Frailes, ¡notó inmediatamente que se encontraba en la Isla del Miedo!

- El vendedor de collares de Santo me lo había advertido: en Bahía todos los deseos son realizados.

...Recordó al capitán diciéndole que en la Isla del Miedo no había agua potable, y claro que la sed se adueñaba de ella.

Se estaba sintiendo muy angustiada, pensó en los antiguos habitantes, gritos, historias de pescadores, todo le vino a la cabeza...

¿Qué hora sería? Entró en el bosque pensando que podría encontrar agua… comida…

Poco después de entrar en el bosque vio ruinas de piedras cubiertas por vegetación nativa, cuando…

Sintió a alguien sacudir sus pies...

-Disculpe interrumpir su relajante buceo, en poco tiempo estaremos en camino hacia Itaparica.

Dijo el capitán.

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