El Foro Social Mundial clausurado recientemente en Porto Alegre ha dejado en la arena internacional múltiples lecturas, que complementadas con las que ha dejado en el propio Brasil, se constituyen en temas de política exterior indispensables para entender lo que pudiera suceder en el futuro inmediato, en un período en el que Estados Unidos se confirma como la primera y única superpotencia económica, política y militar del siglo XXI, pero que contradictoriamente, mantiene a noventa millas de sus costas a un enemigo al que no ha prestado la atención que sus propios intereses le demandan actualmente en Latinoamérica.
Una primera lectura de los resultados está asociada a los objetivos de los organizadores del Foro - la izquierda brasileña - convirtiéndolo en un Foro anti Davos que se opone al rumbo de la sociedad actual analizada en el Foro de Davos, agrupando de esta manera la izquierda acéfala tras la caída del Muro de Berlín. Esta lectura inicial se desprende directamente del análisisde las discusiones que se desarrollaron en Porto Alegre durante el Foro, pero como se sabe, no es la única en un conglomerado ecléctico de tendencias y valoraciones izquierdistas múltiples.
Otra lectura más profunda, asociada a la línea defendida por los representantes comunistas presentes en el evento, trata de hacer del Foro anti Davos de Porto Alegre algo más que una reunión izquierdista de discusión, llevándolo por el cauce peligroso de convertirlo en una nueva internacional comunista; esta variante se planeó este año durante la semana anterior a la celebración del Foro anti Davos de Porto Alegre, en una reunió convocada por los partidos comunistas de América Latina y Europa celebrada en Montevideo, Uruguay, a escasos kilómetros de Porto Alegre. El objetivo pretendido por los comunistas es dirigir bajo cuerdas los trabajos del evento, convirtiendo el Foro anti Davos de Porto Alegre en el substituto del Foro de San Pablo, organización latinoamericana promovida por Fidel Castro, que tomó el papel de la Internacional comunista desaparecida bajo la ruinas del Muro de Berlín.
Una tercera lectura, que forma parte de la óptica interna brasileña, fue separar los trabajos del Foro anti Davos de las pretenciones comunistas - sobre todo, de aquellas tendencias que promueven la lucha armada como vía de acceso al poder político - y que propició en el último Foro anti Davos de Porto Alegre, el repudio a la presencia de Fidel Castro en el evento, eliminando también la participación de guerrilleros colombianos y representantes de la ETA española, entre otras organizaciones y personalidades reconocidamente beligerantes. Se entendió por parte del Partido de los Trabajadores, PT brasileño - organizador de los Foros anti Davos de Porto Alegre - que la asociación del Foro con la vía armada y revolucionaria, perjudicaría electoralmente al PT este año, empeñado en su aspiración de llevar a su candidato Luis Ignacio Lula da Silva a la presidencia de la República, para lo cual cuenta con altas intenciones de votos. Actuando sobre estas decisiones, fue que los partidos comunistas reunidos en Uruguay acordaron hacer un frente común para promover la presencia de Fidel Castro en el próximo Foro anti Davos de 2003, con la esperanza de plegarlo a sus intereses inmediatos de fundirlo con el Foro de San Pablo, de tendencia marxista leninista, dominándolo.
Una última lectura de los bastidores del Foro anti Davos, nos lleva a analizar la sutil pero profunda intervención de la izquierda francesa en los trabajos organizativos del Foro, aspecto también relacionado con la política interna brasileña y la política exterior norteamericana. El PT brasileño es un partido ecléctico, compuesto por marxistas, troskistas, anarquistas y socialistas utópicos, que tiene un papel creciente en la vida política nacional; por otra parte, Luis Ignacio Lula da Silva, presidente de honra del PT, ha sido candidato a presidente del Brasil en las tres últimas elecciones, sin resultados positivos, razón por la que se presenta ahora ante el electorado con un enfoque más hacia el centro, próximo a la social democracia francesa, alejándose de la línea de Fidel Castro y sus seguidores; el partido socialista francés, abundantemente representado en Porto Alegre, no ha estado exento de este cambio de Lula, sabiéndose que algunos cuadros franceses han viajado al Brasil y ocupan cargos de asesoría en distintos niveles de las administraciones controladas por el PT en estados y municipios brasileños, los que probablemente orientaron para eliminar a Fidel Castro y los izquierdistas beligerantes de la lista de convidados al Foro anti Davos; esta sugerencia se constituyó en providencial, en función de haberse descubierto - y hechos prisioneros en Brasil la semana pasada - una célula de guerrilleros urbanos chilenos entrenados en Cuba, que secuestraron a un empresario brasileño, por el cual pedían una gruesa suma de dinero para "la lucha armada", episodio del cual el PT pudo desentenderse fácilmente. Fidel Castro de nuevo detrás de todo.
Sabiendo de las bases objetivas de las lecturas anteriores, resulta preciso un análisis que tenga en cuenta el contexto internacional en que estas tendencias se desarrollan.
Fue Francia, seguido tibiamente por España, el país que abrió fuego contra Estados Unidos criticando su política actual - impulsada en parte por el trauma que causara en la sociedad norteamericana el 11 de Septiembre y los éxitos obtenidos en la guerra posterior contra el terrorismo - y en parte por la política de "unilateralismos" propugnada por el presidente Bush y que ya había chocado con la política internacional de la Unión Europea, EU, a inicios de 2001.
El ministro del exterior francés lanzó una primera ofensiva, declarando que Estados Unidos era muy "simplista" en su política exterior actual, criticando la posición de la Casa Blanca en relación al conflicto árabe israelí; posteriormente, el propio primer ministro francés, Lionel Jospin, visitante asiduo del Brasil y amigo personal de Lula da Silva, se declaró contra la política norteamericana de definir a determinados países como "ejes del mal", cambiando el anterior apoyo a la guerra anti terrorista por una critica directa a la posición norteamericana.
En este contexto la izquierda francesa actualmente en el poder, pretende guiar a Lula da Silva a la silla presidencial, para configurar una alianza estratégica con el mayor país iberoamericano, líder del Mercosur, poniendo en peligro el plan norteamericano de instaurar el Área de Libre Comercio de las Américas, ALCA, iniciando la lucha por el acceso al mercado sudamericano.
Estados Unidos por su parte, ha aprobado el mayor presupuesto militar de todos los tiempos, propulsado por una jerarquización desmedida de su seguridad interna, pero descuidando la política y el comercio internacional, sobre todo en latinoamericana - sus vecinos cercanos - que ya procuran apoyo político y quien sabe, económico y comercial, en la Unión Europea. La nueva tendencia del PT brasileño de ir hacia posiciones socialdemócratas es positivo y debe ser apoyado, para que la línea marxista promovida por Fidel Castro no triunfe en el próximo Foro anti Davos de Porto Alegre, convirtiéndolo en una nueva internacional comunista. Sin embargo, el apoyo que el PT ha encontrado en el socialismo francés, de no tener la efectividad que se espera en las urnas, podrá dar fuerzas a las tendencias marxistas dentro del propio partido, para sumarse a las intentos del dictador cubano en el próximo Foro anti Davos.
En cualquiera de los casos, Fidel Castro es factor llave con el que los Estados Unidos tiene que lidiar en Latinoamérica actualmente, no solamente en el terreno político, o dentro de Cuba, sino también en toda Latinoamérica, que incluye ahora el resurgimiento del terrorismo causado por la guerrilla urbana - que se creía superado - y que ha golpeado con nuevos bríos al Brasil, por intermedio de "combatientes internacionalistas chilenos" creando un problema diplomático entre Cuba y Chile, por el encubrimiento brindado al comando chileno desde la Habana.
Los Estados Unidos, demasiado preocupados con su guerra en Asia, asisten impasibles al avance de la izquierda interna norteamericana empeñada en levantar el embargo a Cuba para comenzar a negociar con el dictador cubano y no alcanza a comprender que la dictadura comunista en Cuba, con sus maniobras en el Foro anti Davos de Porto Alegre y el apoyo a los guerrilleros urbanos que pululan por toda América Latina, no es un problema exclusivo de los cubanos exiliados, como que se constituye en un problema estratégico en la región. Que lo digan sino Colombia, Venezuela, Chile y Brasil, afectados en este momento por el tumor del radicalismo izquierdista, que el gobierno cubano continuará alimentando mientras exista.
¿Esperarán los Estados Unidos a tener un gobierno de izquierdas en Brasil, en coalición peligrosa con Colombia y Venezuela por un lado y con las izquierdas europeas por otro, para actuar firmemente con quien continua dando las cartas en Latinoamérica?. De esta manera, queda claro que el "problema Fidel Castro", deja de ser un problema exclusivamente de los cubanos exiliados para convertirse en un problema estratégico en la política latinoamericana.