LA FERIA DE TRISTÁN NARVAJA
El domingo estaba realmente maravilloso. No hacía calor ni frío. El sol brillaba con deliberada modestia. Por eso, y por sentirme extremamente bien, resolví caminar por 18 de Julio y volver a lugares del pasado.
Casi sin darme cuenta llegué a Tristán Narvaja y, por supuesto, como era domingo, allí estaba esperándome la feria, la famosa, la de Tristán Narvaja.
Me metí despacito en aquella barbulla, un poco aturdido, un poco perdido entre tanta gente, y los olores de mi juventud me golpearon sin piedad y otros domingos, otros años volvieron a mi mente con fuerza irresistible.
Fueron tiempos no tan felices, cuando las cosas en el "paísito" andaban de mal a peor y uno se sentía sofocado, asfixiado, preso a una dura realidad por mil cadenas invisibles y no por eso menos pesadas.
Alejé aquellas imágenes de antaño y me zambullí en al algarabía de aquel domingo soleado, lleno de luces, voces, olores y aromas.
Quien viene a esta feria dominguera, por primera vez, debe sorprenderse un poco. Es una mezcla deliciosa y excitante de feria de pulgas, de barrio y de todo tipo de cosas. Si desea encontrar un libro antiguo, agotado, difícil de encontrar, con seguridad en algún rincón de la feria encontrará alguien que lo tenga o sabe quién lo tiene. Un long-play de Joan Manoel Serrat de la época en que él era delgado y adorado por las muchachitas? Un planchón de aquellos antiguos que planchaban la ropa con el calor del carbón? Un "primus" alimentado por queroseno, en perfectas condiciones y pronto para cocinar? Un chupete viejo, horrible, de los años 50? Un kilo de duraznos frescos, grandes, jugosos, sabrosos? Fotos de la fiesta de la victoria de Tabaré Vazquez? Una hebilla vieja para un cinturón viejo? Yuyos? Un CD de Enrique Iglesias? Un pancho uruguayo, mayor que el pan, con bastante mostaza y queso? Una corriente de oro antigua, trabajada con lujos de detalles? Un buen pescado fresco? Sí, eso y mucho más puede encontrarse en Tristán Narvaja, la feria más popular de Montevideo y de todo el Uruguay.
Dentro de ese caleidoscopio mágico, dentro de ese universo bullanguero, en ese clima que se pega a la piel de nuestras almas, lo que más me llamó la atención fueron las sonrisas, los ojos cargados de esperanzas, los gestos más sueltos, como si una alegría casi imperceptible estuviera flotando alrededor de la gente. Como si un nuevo día estuviera por nacer para este paísito maravilloso, castigado, resistente, duro y siempre lleno de fe. Será?
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