SUERTE Y ESQUINA
La sequía se adueña de la tarde
con su lengua de lija porosa.
No obedece las agonías
del verde que se marchita
y por dentro me seco las ganas
de ahogarme en tus ojos de mar.
No sé cuanto tiempo demora
mi suerte hamacada sin tregua:
te vi pasajero instantáneo
perdí tus señales de huella
y tengo una herida que grita.
Me agarro al ahora que ahoga.
No hay coordenadas que ayuden
cuando se nubla la vista.
Todo lugar es la pista…
Uno por eso se pierde
entre creencias y ajustes:
ya no distingo si quieres.
Es la raíz de mi grito
no comprender cómo existo:
si he de soñar y me exijo
de esa batalla, el abismo
o me amordazo y aislo.
Hay que tragarse el silencio.
Y sin embargo no habré
todo – de nuevo- perdido.
Queda la duda atrevida
con la que juega la Vida:
a lo mejor me apareces
casi por nada, en la esquina...
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