LOS ANTEOJOS
Como estoy enfrentando extensos y demorados trechos de carretera, muchas veces con el sol castigando sin piedad, mi mujer decidió comprarme unos anteojos oscuros, para proteger mis bellos y delicados ojos.
No fue tan fácil encontrar unos que me quedaran bien, principalmente porque mi rostro redondo y gordo no combina mucho con esos anteojos modernos. Tenemos, también, el tema del precio: para comprar un par de anteojos debemos entregar un ojo y un pedazo del otro! Entonces: para qué usarlos?
Luego de una exhaustiva búsqueda, llegamos a una óptica donde una vendedora, muy dispuesta, colocó sobre el mostrador varios productos, de distintas características, precios y modelos. Yo ya estaba cansado y quería irme. Aquello me parecía una gran confusión que no llevaba a nada.
La muchacha, percibiendo que perdería una venta, sacó de la manga su último argumento. Me mostró una lámina y preguntó lo qué yo veía. "Algo parecido con un árbol", respondí. " Usted no ve el pescado!, se entusiasmó ella. " Qué pescado?", pregunté. Ella me pidió que me colocara otra vez los anteojos, aquellos que ella me quería vender, y mirara de nuevo para el dibujo. Qué locura!: de la nada, surgió un pescado, en la parte inferior de la lámina. "Estuvo siempre allí, pero usted no lograba verlo", explicó la vendedora. "Con estos anteojos, que elimina totalmente cualquier reflejo, usted podrá ver las cosas con más claridad y conducir su coche con mayor seguridad."
Claro, compré los anteojos y salí por la calle mirando para todos los lados, viendo cosas que, hasta entonces, los reflejos engañosos hurtaban de mi visión. Me sentí tan feliz que empecé a usar los anteojos hasta en los días nublados y durante la noche.
Pero un día, divagando mientras conducía rumbo a mi trabajo, un pensamiento rasgó mi tranquilidad. Y si el mundo no era como yo lo vi y percibí hasta aquel momento? Y si todo no pasa de una ilusión? Será que fui engañado durante todos estos años?
Estoy pensando, con total tranquilidad, que voy a quebrar los anteojos para recuperar la paz de espíritu.
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