Una melancólica
tarde de lluvia,
siento tus pechos
rozando mi piel.
Eres la flor y la miel
que embellece y endulza
mi solitaria vida.
Tus manos revuelven mi pelo
y acarician mi rostro.
Tus ojos, profundos tus ojos
se hunden en los míos.
Y en tus labios,
una tierna sonrisa
se derrama en mí
como la Creación.
Y se humedecen mis sentidos
naciendo en mí
la escencia de tu escencia.
La esperanza perdida
en una vida vacía,
se recupera en mi alma,
por todo tu amor,
y creas en mi
un nuevo ser.
|