El pasado se presenta, repetido,
se repite dibujado en otras formas,
pero repite su presencia y su esencia,
con el nombre de alguien olvidado-recordado,
con una nueva vieja presencia,
con una voz al teléfono, conocida,
con dos muertes no queridas, aunque esperadas.
En quince días, reencontrar a los viejos amigos,
en tres días, las dos muertes.
Los recuerdos se agolpan frenéticamente,
sin solución de continuidad,
sin esperar el uno, sin acostumbrarse a él,
estalla en la mente el siguiente.
Reaparecen las viejas, olvidadas,
Imágenes de la niñez y de la adolescencia,
sin la posibilidad de rehacer los momentos,
con la posibilidad de gozar en la distancia con ellos.
Lamentar el tiempo perdido, los momentos irrepetibles,
no pensar que quizás mañana sea tarde,
no presentir que en la lucha por la vida
el resultado es la muerte.
Cajones abiertos que permiten
recuperar la memoria,
cajones que hay que cerrar,
porque se perdió la posibilidad de abrirlos.
Enemigos y amigos, el tiempo y la nostalgia,
que se llevan y acercan el pasado.
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