Surge un dolor de infierno de las heridas,
que no llegaron a cicatrizar,
vertiendo su mal, encallecidas
por las penas sin curar.
Pasa el tiempo, y siempre vuelve
el golpe, que obliga a pensar
que no es tiempo, el que se necesita,
ni el que ayuda a olvidar.
Comprendo que cada día que pasa,
es un nuevo día, que hay que construir,
con afectos, que mantengan la confianza,
acabando el eterno destruir.
Dejar fluir la vida, en la esperanza
que las cosas encarrilen su camino,
recuperando lo que había en la balanza
de la vida, en origen y en destino.
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