Noches de espanto,
días sin sueños,
caminos olvidados,
de la mente sin dueño.
Horas de luto,
escribiendo sin tiempos,
bajando al abismo
del corazón en silencio.
Buscando salidas
que, solo, no encuentro,
tendiendo la mano,
tanteando en el viento.
Gritando los miedos
que ya no resuelvo,
mis ojos cerrados
callaron recuerdos.
Palabras vacías,
reproches eternos,
cadenas pesadas
apagaron los fuegos.
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