Aún recuerdo tu cuerpo,
todavía me lo imagino.
Comenzaba a recorrer tus piernas,
besándolas desde el principio,
llegando al valle de vida
y, quedando como dormido,
buscando tus pechos, firmes,
con sus pezones tibios,
volvía a tu vientre, temblando,
repitiendo aquel camino,
subía hasta tu boca,
que se abría como un lirio.
No creo que te olvide,
aunque pasen los días,
sabiendo que un día fuiste
para siempre mía.
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